

A la hora de organizar las finanzas personales, siempre se deben considerar opciones que permitan distribuir el riesgo de inversión en el corto, mediano y largo plazo. Con el fin de optimizar un portafolio de inversión, es importante determinar cuáles son las necesidades financieras, qué tanto se quiere mantener disponible y qué tanto en inversiones menos líquidas. Las herramientas de inversión más conocidas son las cuentas de ahorro, los CDT, los fondos de pensiones y las carteras colectivas, dentro de estas ultimas existe una que es muy interesente.
Las carteras colectivas abiertas que invierten en facturas o cuentas por cobrar. Su nombre puede sonar confuso, pero su manejo es muy sencillo. Los inversionistas en este tipo de fondos depositan su dinero en un portafolio que está compuesto por facturas de empresas del sector real, pagarés, cheques y otros tipos de cuentas por cobrar.
El dinero de los inversores se usa para comprar este tipo de títulos, muchas veces con descuentos que hacen que la rentabilidad sea superior a la de cualquiera de los instrumentos tradicionales. Las facturas son siempre de empresas excelentes pagadoras: grandes supermercados, firmas del sector farmacéutico y autopartes. A su vez, compran actas de obras públicas como TransMilenio y, en ocasiones, laudos arbitrales y sentencias en contra del Estado. En estos dos últimos casos, los deudores son un gobierno municipal o la Nación que, aunque a veces demoren sus pagos, tienen un riesgo de irse a quiebra cercano a cero (0).
Un elemento interesante de estos fondos se deriva del hecho de que no están obligados a valorar los papeles que compran a precios de mercado. Por eso, sus rendimientos tienen una menor volatilidad que los fondos de papeles financieros que deben cambiar su valoración a diario para ajustarla a los precios de los mercados, Los fondos de cuentas por cobrar están orientados a personas naturales o entidades que buscan una mejor rentabilidad en el corto plazo, con un riesgo moderado. Las inversiones mínimas en estos fondos van de $500.000 a $1'000.000 y no son a la vista, es decir, no se pueden liquidar en cualquier momento, sino a su vencimiento.
Generalmente, se ofrecen a 30 días y se renuevan automáticamente. En este sentido, no les servirían a quienes necesitan tener su dinero disponible de inmediato. Para quienes puedan esperar el dinero en un par de meses, invertir en un fondo de facturas es más rentable, ya que el retorno es mayor al de un depósito de ahorro a 30 días o al de un fondo común ordinario. Dos entidades que ofrecen este producto son Fiduoccidente y Alianza Fiduciaria
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